viernes, 14 de febrero de 2014

EL HOSPITAL

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La apariencia del edificio le recordaba a un jodido manicomio, como esos de los que salen a veces en esas bazofias infantiles de la televisión a los que llaman thrillers. A Ulysses no le entraba en la cabeza semejante aspecto decadente en un establecimiento privado aunque fuera de antigua construcción. Alguna de las  baldosas, despegada del suelo del pasillo, traqueteaba al paso de las chirriantes ruedas de una camilla, que  a su vez transportaba un cadáver cubierto por una áspera sábana blanca. 
Las  fregonas del personal de limpieza habían impregnado la superficie blanca y negra de un penetrante olor a lejía.






(...)Mientras éste observaba las evoluciones del animal. Otro ejemplar de la mariposa, tan grande como el anterior, colgaba desafiante del techo del corredor. Después de todo, quizás aquel insecto no era tan excepcional.....
(...) La mariposa, escoltada ahora por varias compañeras en el techo del pasillo, contrastaba su color oscuro  contra las molduras blancas mientras abría y cerraba las alas en un alarde de exhibicionismo(...)
 La luz  fría del corredor, estropeada, chispeaba intermitentemente, haciendo  que los insectos permanecieran a intervalos en la oscuridad fijándose éstos en la retina de tal modo que cuando la luz se apagaba, la imagen se mantenía por largo tiempo en la visión.El hombre, cuyo dolor iba remitiendo, observaba absorto al animal. El poder hipnótico y la belleza de la imagen lo tenían atrapado mientras su hijo se debatía entre la vida y la muerte en el interior de la habitación....  
Junto al banco, unos enigmáticos gemidos salían de una puerta entreabierta, la cual daba paso a una habitación sumida en la oscuridad. En el pasillo donde se encontraba H. se levantó una corriente desapacible (...)Inquieta, se sintió impelida hacia la habitación para averiguar si aquel frío glacial estaría afectando a su hijo(...)Al quitarse las gafas de sol pudo contemplarlo claramente. La persiana, cerrada para no incomodar al pequeño con la claridad del exterior, limitaba la única fuente de luz a una minúscula lámpara cenital,  que, empañada por el vaho, iluminaba vagamente al chico. Este se debatía entre gemidos y gruñidos que parecían surgidos de otro mundo(...)









lo arropó con la manta hasta el cuello con la mayor ternura, le dio un discreto beso en la frente y se dirigió hacia el aparato de aire acondicionado, que funcionaba en perfecto silencio...
En el momento en que prolongaba un brazo para

desconectarlo pudo atisbar una nerviosa aglomeración colgando del techo de la habitación.

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(...)Al elevar la mirada percibió una superficie oscura,que la observaba con sus inquisitivas pupilas en un frenético parpadeo, definiéndose poco a poco hasta llegar a concretar cientos de insectos en aquél manto negro que tapizaba el techo de la habitación. Centenares de mariposas negras la vigilaban en un impresionante sigilo, abriendo y cerrando las alas, exhibiendo sus ocelos en un rítmico y agitado movimiento(...) 



Hasta cincuenta de ellas descendieron  de las paredes y en una morbosa danza cercaron a la pálida mujer, que, girando como la frágil muñeca de porcelana de una caja de música estropeada, apenas podía emitir sonidos. Los pulmones, como enterrada en vida, oprimidos  por  el peso del terror y la estupefacción, no le permitieron articular palabra(...)


Su marido, que al regresar encontró la puerta entreabierta, penetró en la habitación.Justo en el momento de entrar,como si previeran un peligro, un enjambre negro surgió del interior, sorprendiendo al corpulento hombre -que las esquivó a duras penas-, y huyendo por una ventana situada frente a la puerta, al otro lado del corredor. Éste, a la hora del desayuno se encontraba habitualmente vacío.En diez eternos segundos el enjambre, desbocado, se había elevado hacia el cielo, perdiéndose en la neblina de la mañana.


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