jueves, 23 de enero de 2014

EL ALMA

Acompañar la visión del vídeo y lectura de la entrada con la audición de este enlace
https://www.youtube.com/watch?v=Cl57NQ6GcF8&feature=youtu.be&hd=1


Los primeros colonizadores que padecimos el exilio, un grupo formado únicamente por veinte miembros entre hombres, mujeres y niños, partimos forzados tras las huellas de Bisonte después de que el perverso hechicero Hocico Corto esquilmara la tierra que habitábamos al otro lado del Gran Puente de Tierra-aclaró Águila Calva-.   
Para hacer menos penosos los desplazamientos, todos los miembros del grupo seguíamos prudentemente en nuestro éxodo la vereda marcada por ese coloso, al que podíamos observar cada vez con mayor frecuencia caminando en la distancia por las nuevas tierras. Normalmente abría una senda en las laderas de las montañas, protegiéndose del castigo de Viento, que luego era utilizada por el resto de sus semejantes y también por nosotros, ahondándola más a cada paso y evitando así la fatigosa marcha sobre la nieve. A ambos lados del sendero se podían ver los troncos restregados con su enorme cabeza en la época del celo, tronchados por  el majestuoso animal con su  descomunal  empuje y que luego arderían como teas en los incendios, propagando el fuego a los bosques cercanos y dejando libre el terreno para nuevos pastizales. Yo mismo fui   testigo en la tierra allende los mares de cómo, desde tiempos inmemoriales, antes de  cruzar el Gran Puente de Tierra, sus grandes cuernos, imponentes como las alas desplegadas de Águila, habían ido mermando su tamaño con el paso de los Mantos Blancos, hasta quedar reducidos a dos modestas  protuberancias cuyas pequeñas puntas miraban hacia Cielo. Éste titán, tras el paso a la Nueva Tierra, desplazó al de grandes cuernos.






Para cazarlos nos acercábamos a ellos disfrazados, con la piel de Lobo cubriendo nuestros cuerpos, implorando para que el viento no cambiara de dirección. Tras abatir al gigante lo tumbábamos sobre su vientre y seccionábamos  su piel a lo largo de su espinazo, desplegándola hacia los lados de manera que quedaba extendida sobre el suelo a modo de mantas, a uno y otro costado del cadáver. Seguidamente   despedazábamos al animal, y colocábamos los pedazos de carne sobre esa piel, algunas veces para su consumición inmediata y otras para ser ahumada. Pero antes de trocearlo rezábamos para que el alma del animal encontrara pronto otro cuerpo en el que guarecerse y realizara con prontitud la Gran Travesía, ya que cuenta la Sagrada  Palabra de los Ancestros que La Creadora decretó:


-“......Al principio todas las criaturas fuisteis dotadas por mí de
cuerpo y alma [...][1].Al final de vuestro sacrificio moriréis, pero mantendréis viva la llama del espíritu que os concedí a través de  los  descendientes que vosotros hayáis engendrado, mudando de un ser a otro en el momento que Aliento decida abandonaros. En caso contrario, deberéis buscar un cuerpo vacante, cualquiera que sea la raza del hombre , animal o vegetal al que pertenezca, en el que vuestra alma dilatará su permanencia. La travesía deberá realizarse en poco tiempo, o se desvanecerá por siempre como Estrella Fugaz se desvanece en Cielo........”
Quizás  el majestuoso animal arribe algún día a estas tierras,
 para que sus futuros moradores disfruten de su carne,
de su grasa y de su piel para guarecerse del frío. 




Algunos de nosotros hemos recibido además, el don de intercambiar las almas humanas con las de nuestros hermanos, los animales, para así poder disfrutar temporalmente de sus destrezas, de su velocidad, de su fuerza o de su visión, hasta que el mismo hechicero u otro en su lugar devuelva el alma a su forma humana.  Lamentablemente, a veces el conjuro es inquebrantable de manera que el espíritu no podrá regresar jamás a su forma original. Es por ello que  Cuervo alberga a veces el alma de un humano, que intercambiada con la del ave, no ha sido devuelto a su estado natural, escrutando a través de los ojos del animal, escuchando a través de sus oídos y expresando su discurso a través de su pico, gracias a la habilidad del pájaro para imitar la voz del hombre. Si ese espíritu hubiera sido confinado en el cuerpo de otra criatura como Lobo o Guepardo, incapaces de reproducir la palabra humana, entonces no podría manifestar su pensamiento.





[1]La mayoría de los descendientes de los primeros indios de Yellowstone otorga poca  credibilidad a la versión llegada hasta nuestros días, en la que se supone que Águila Calva comunicó a sus contemporáneos las razones que provocaron el paso de los nómadas a través de Beringia. Dicha versión, considerada incompleta, no fue transmitida por los testigos directos de los hechos a los nativos mencionados.


1 comentario:

  1. Quería agradecer el seguimiento de este blog a tod@s l@s seguidores de América Latina,Colombia, México, Chile, Uruguay,Venezuela,Panamá,Perú y muy especialmente a mis amigos argentinos que no han cesado de verlo desde que se inició.

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